John Grant, un sobrio maestro de escuela, decide trasladarse por vacaciones desde su pequeño poblado en el Outback australiano hacia Sydney, la gran ciudad. En su camino hace un alto en el poblado de Bundanyabba, según su plan sólo por una noche. Sin embargo, aquí encuentra una serie de extraños y estrambóticos personajes, y pronto se hallará inmerso en intensas y delirantes situaciones de las cuales debe huir antes de que su vida cambie para siempre.
Alabada por la crítica, convertida en película de culto, no sólo por la legión de admiradores que ha ganado con el paso del tiempo sino también por la condición de película ignota que mantuvo durante años, cuando no había copias disponibles al haberse extraviado los rollos de la cinta original, "Wake in fright" es todo un caso especial dentro de la historia del cine australiano. Solamente una paciente búsqueda logró recuperar el material original recién en el año 2004, es decir 33 años después. Las actuales técnicas de remasterización han permitido que esta obra del director canadiense Ted Kotcheff, el mismo director de "Rambo, primera sangre", vuelva a estar disponible para el deleite del público amante del buen cine.
La película fue nominada a la Palma de Oro del Festival de Cannes del año 1971, junto a "Walkabout" del director Nicolas Roeg, otra película ambientada en el Outback de Australia. Con ambas distinciones se reconocía el valor de la llamada "Nuevo Ola Australiana", una tendencia que se prolongó durante aquella década y la siguiente, donde se prolonga del drama hacia el espectáculo más explosivo como es la saga "Mad Max".
"Wake in fright", una historia basada en la novela del mismo título, del escritor australiano Kenneth Cook, nos cuenta la intensa experiencia de un hombre atrapado en un poblado al interior de Australia el cual se halla sumergido en su propia realidad. Hasta aquí llega el maestro de escuela John Grant, un joven de sobria apariencia y elegancia, el cual poco a poco se ve inmerso en este extraño hábitat, con una urbanidad de reglas muy especiales, no escritas pero muy significativas para sus habitantes. Un lugar donde la entrega a los placeres y diversiones no se ven afectados por la soledad, la vejez, la falta de recursos o de condiciones mínimas de subsistencia; todo acto parece proveerse por sí mismo sin ninguna preocupación. La razón de tal plenitud y hartazgo se halla en el increíble consumo de alcohol en el cual se sumergen todos sus habitantes cada noche. El resultado es una contagiante camaradería hacia propios y extraños, surgiendo así una extraña atracción hacia sus hábitos y actividades, en los que se incluye un juego de apuestas de lo más cautivante, casi un ritual por la expectación que produce en sus participantes.
A partir de aquí, de la primera noche de John Grant y su inmediato infortunio, van apareciendo en escena una serie de personajes, cada cual más pintoresco, que logran proyectar una singular simpatía hacia el joven protagonista; cada suceso se ve encadenado uno tras otro, afectando en forma progresiva su templanza, revelando una serie de aspectos tanto al público como al propio protagonista. Por resultado tenemos un viaje de descubrimiento personal hacia los íntimos secretos de un hombre, desmoronando su actitud hasta alcanzar grados de locura, como producto de la extraña cordialidad de estos personajes hacia el visitante, en especial de un exmédico, interpretado por el gran actor Donald Pleasence, quien hace un trabajo magistral en este film.
Cada personaje, incluso el más pequeño en cuanto a participación, cumple con entregar el retrato de una cultura urbana excepcional en pleno siglo veinte. Nunca había visto una recepcionista de hospedaje como la que se aprecia en este film, ni un médico retirado como aquí vemos, que vive en condiciones muy precarias pero feliz con sus nuevas costumbres. Cada personaje en escena resulta memorable por su detallada descripción y la manera en que ellos interactúan, en un progresivo descenso hacia la locura más intensa, cuya agresividad estalla contra la naturaleza que los rodea, en total libertad y sin juzgamiento alguno.
La película está dirigida de manera excepcional por Ted Kocheff, con un elenco formidable de actuaciones sobresalientes, donde destaca su protagonista, el actor Gary Bond, actor de gran presencia en escena que me recuerda a un joven Peter O´Toole, y es llamativo que no se haya convertido en estrella de cine por su gran desempeño. Dedicado principalmente a la televisión y al teatro, falleció bastante joven en el año 1995.
"Wake in fright" también cobra gran fuerza en sus paisajes exteriores. La fotografía a cargo de Brian West captura el marco adecuado donde se plasma el clima abrasador y la naturaleza salvaje del llamado Outback australiano, el interior alejado de las grandes ciudades. Recorridos solitarios, carreras de vehículos en cacería salvaje, todo se aprecia con un detalle esplendido muy agresivo, muy revelador de las condiciones en las cuales se desarrolla la vida de estos personajes. Asimismo, la música a cargo de John Scott resulta excelente en su ejecución.
Un film realmente notable que tiene bien ganado su estatus de película de culto, cuya reivindicación en el siglo XXI es bien merecida.
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