domingo, abril 28, 2013

La última casa a la izquierda (1972)



En el año 1972 dos novatos cineastas se lanzaron hacia la extraña aventura que significaba realizar la película más violenta vista a la fecha. Aquella fue su ambiciosa propuesta, hecha con el fin de conseguir los $90,000 que costó llevarla a cabo. Tras 26 días de duro trabajo, el resultado se convirtió en uno de los pilares del cine de horror independiente, lo cual  además, fue la carta de presentación de éstos dos jóvenes, advenedizos a ojos de la critica especializada de aquellos días, pero, indudablemente, muy entusiastas y hambrientos de experiencias cinematográficas más intensas.

Wes Craven ha conseguido un buen nombre dentro del cine norteamericano más comercial al día de hoy. Ha dado lugar a dos series de películas muy beneficiosas para la taquilla, dentro del difícil género del terror más violento. “Pesadilla en Elm Street (1985)” y “Scream (1996)” fueron dos filmes cuyo éxito inmediato condujo a la explotación de aquellos titulos hasta el hartazgo, y en diferentes épocas, creando una legión de espectadores adeptos muy distintos entre si, por mucho que parezca lo contrario :”Pesadilla…” surge en pleno auge del cine de horror gore ochentero, generoso en dosis de hemoglobina y, sobretodo, visualmente estrepitoso en cuanto al despliegue de efectos visuales, mientras que “Scream” aparece en la década del noventa, bajo otra estética del cine de terror, dentro del slasher, pero menos visceral. Craven ha sabido ser voluble a los cambios del gusto colectivo en lo que al terror se refiere.

Desde sus inicios, el director realizó filmes que hoy resultan mucho más una acumulación de títulos que un conjunto de obras a considerar. En sus primeros años alcanzó el éxito con su segundo trabajo, como fue “Las colinas tienen ojos”, una intensa historia sobre asesinos caníbales  la cual dio paso a una secuela pobrísima. Posteriormente, no conoció mayor logro hasta el lanzamiento de la ya mencionada “Pesadilla en Elm Street”, y luego de ella tampoco alcanzó mayor notoriedad.

Sin embargo, el éxito de Freddy Krueger llevó por lo alto a la entonces emergente New Line Cinema, y con ello Craven se ganó el favor de sus productores, permitiéndole realizar varios proyectos, aunque mayormente no resultaron novedosos, y su alcance terrorífico entre los fanáticos fue discreto, a pesar de su buen aporte al cine de zombies como fue “La serpiente y el arco iris”

De todos modos, Craven ha sabido mantenerse vigente dentro del circuito hollywoodense, que hasta lo llevó a realizar algún trabajo para el cómico Eddie Murphie. Ya en plenos noventas, supo aprovechar la resonancia de “Scream” y su labor al lado de estrellas de la televisión, apareciendo en las premiaciones de MTV, consolidándose como un director reconocido, lo cual ya le hacía falta. Ha probado suerte en otros géneros, como el thriller en “Vuelo siniestro”, con buenos resultados, y también en el drama femenino en “Música para el corazón”, con mucha menos fortuna. Pero sin duda a Wes Craven se le recuerda mucho más por sus bizarros inicios, y precisamente fue su primer esfuerzo el que se ha convertido en una obra de culto por los seguidores del cine violento.


Sean S. Cunningham no goza del mismo renombre mediático que el señor Craven, pero su importancia dentro del cine de horror norteamericano no deja de ser relevante. Siendo un productor de películas de horror de bajísimo presupuesto, Cunningham dio inicio a su carrera como director del modo más auspicioso posible. Logró convertir un sencillo cuento macabro de ambiente rural, tan deudor de filmes como “Psicosis”, “Halloween” o la italiana “Bahia de sangre”, en toda una obra decisiva para el rumbo del cine terrorífico ochentero y fuente de inspiración para muchos otros realizadores.

En 1980, el film de horror “Viernes 13? alcanzó tal repercusión que hoy en día mantiene su vigencia ¡después de casi tres décadas¡. Y no queda duda que pronto veremos más producciones al respecto. La historia del gigante asesino que vive oculto en las inmediaciones del lago Crystal ha cobrado una enorme cantidad de seguidores, convirtiendo la imagen de Jason Vorhees en una figura mítica. Importa poco si las historias son repetitivas, si desbordan ingenuidad o si carecen de algún sentido; lo importante es Jason y la violencia que despliega.

Cunningham no ha logrado superarse a si mismo en cuanto al éxito alcanzado con aquel film. Su labor tras las cámaras ha dejado otros títulos que no han alcanzado la misma notoriedad. Como productor ha seguido de cerca la evolución de su franquicia durante más de diez películas  la cual da la impresión de ser tan inmortal como su monstruoso personaje. Sin embargo, sus inicios fueron tan modestos y esforzados como lo fueron para el señor Craven. De hecho, ambos tuvieron que unir esfuerzos, allá por el año 1971, como primer paso hacia el éxito del cual gozan actualmente.

“La última casa a la izquierda” es la cinta dirigida por Wes Craven  bajo la producción de Sean Cunningham,  considerada en los días de su estreno como una de las cintas de horror más brutales que se hayan filmado. Así lo entendieron muchos críticos y gran parte de la prensa especializada que consideró este filme como un titulo maldito, que mostraba violencia gratuita y maltrato a la condición humana en forma insoportable.


Sin embargo, el efecto “rebote” de sus comentarios negativos y la increíble defensa hecha por el crítico Roger Ebert (fallecido este año), llevó una gran cantidad de espectadores a las salas de cine, sorprendiendo a sus propios realizadores. Craven ha señalado que apenas esperaban una exhibición muy limitada en algunos autocinemas, y que por ello no escatimaron en tomarse la libertad de filmar las mayores crueldades que su mente pudo concebir. Significativamente, uno de los títulos inicialmente propuestos para la película fue “El crimen sexual del siglo”.

A pesar de ello, lo que se aprecia en su versión final no incluye muchas de las perversiones que Craven y Cunningham habían ideado por ser extremadamente insanas, quedando en el tintero porque simplemente el presupuesto no les daba para más. El deseo de experimentar fue la principal motivación al realizar esta historia, y la improvisación fue la regla a seguir durante toda su filmación. Según el propio Sean Cunningham el primer deseo que surgió en ambos fue el mostrar “una película donde se dejará muy en claro lo que era la muerte”, pues según ellos, el cine de entonces empezaba a mostrar el crimen y el asesinato como un asunto muy ligero, según lo visto en tantos westerns y cintas de acción.

Craven toma la premisa argumental de la obra de Ingmar Bergman “El manantial de la doncella”, donde una noble jovencita es atacada por un grupo de rapaces delincuentes, y con ello desarrolla la idea central de su argumento. Este era, nuevamente, el viejo enfrentamiento entre el bien y el mal; pero ¿qué ocurre cuando el bien se corrompe y se convierte en algo tan malvado como su opositor, bajo la vieja idea de que el fuego se combate con el fuego?.  Sólo una situación completamente extrema y dolorosa podía llevar al ser humano a cruzar la línea de lo permitido. La familia norteamericana de clase media vista en esta película se convierte en algo completamente distinto a la visión ejemplar o modelo de conducta que solía asociarse a ella durante los felices años sesenta.


Nos ceñiremos a contar a grandes rasgos el argumento del film : una bella joven que vive con sus padres emprende un pequeño viaje acompañada por su mejor amiga hacia un concierto de rock. En el camino ambas conocen a un proveedor de drogas, perteneciente a una pandilla de criminales los cuales secuestran a ambas jóvenes. Lo que sigue es una serie de situaciones realmente malévolas y enfermizas, cuyo resultado será la búsqueda de la más cruel venganza en su forma más inesperada.

El film conserva su confección amateur y hace gala de ella sin ninguna reserva. No se utilizó script previo alguno, mucho menos storyboards, lo cual queda claro en esos planos dignos de un cruel documento visual, donde la tortura, la humillación y el crimen sanguinario ocupan la mayor parte del metraje. Después de todo, incomodar, perturbar al extremo es la firme intención de toda obra de horror digna de respeto.

El asesinato se convierte en el principal móvil de esta historia, y se puede apreciar tanto en espacios abiertos como en aquellos interiores donde se desarrolla una nueva intriga que desemboca en otro festival de sangre y mutilaciones. Estos momentos marcaron la obra posterior de ambos realizadores, tanto de Sean Cunningham cuando en “Viernes 13? convierte a los distintos crímenes ocurridos en aquel campamento en el plato fuerte de su espectáculo, mientras que Wes Craven hizo de las persecuciones del asesino a su victima, a través de corredores y habitaciones, el elemento común de muchas de sus películas.


Los actores componen las distintas situaciones dictadas e improvisadas por Craven, a medida que el rodaje se llevaba a cabo. Sin tratarse de intérpretes de renombre o de cierta trayectoria, el elenco cumple en forma eficaz su cometido, dando vida a momentos enfermizos plasmados en pantalla en forma convincente, sobretodo por parte del actor David Hess, quien se encarga de interpretar al  líder de la pandilla criminal. Hess logró notoriedad con este papel, lo cual lo llevó a producciones similares dentro de este género, curiosamente con mayor fortuna en el cine italiano. Titulos suyos de digno recuerdo son "Trampa para un violador" del italiano Ruggiero Deodato o "Hitch Hike" de Pasquale Festa Campanila. Pero pocos saben que Hess fue un exitoso compositor de hits musicales como "All shook up" de Elvis Presley, y "Speedy Gonzales" para el cantante Pat Boone.

Es notable que el tiempo ha pasado su factura a esta producción, pues vista hoy en día, cuando se puede decir que mucho ha llovido dentro del cine de horror, el film pierde parte de su fuerza visual ante la cantidad de arranques violentos mostrados en otras producciones que casi resultan innumerables. De todos modos, ese aire enfermizo y malsano que se aprecia en el clima de estas imágenes, al cual contribuye su acabado doméstico y su bizarrismo amateur, hacen de esta película una experiencia impactante y difícil de olvidar.

“La última casa a la izquierda” es una obra que es parte de un culto al cine de horror hecho con pocos medios pero con sobrada audacia. Como prueba de ello, actualmente existe una nueva versión de esta historia, realizada con mayores recursos de producción y con mucho más oficio, la cual finalmente se convierte en un producto digno del esfuerzo puesto en su versión original, no tanto en su acabado, sino más bien en sus más oscuras intenciones




viernes, marzo 29, 2013

La Matanza de Texas (1974): re-visitando un clásico

(Hace algunos años escribí este articulo para otra web sobre este film que no me canso de ver. Ahora decidí recuperar el texto, con algunas correcciones y mejoras hechas, según mi parecer. Actualización: Se añada el trailer celebrando el 50 aniversario)

Era el año de 1974. Muchos jóvenes norteamericanos se sentían atraídos por temas profanos y ciencias ocultas, y daban cuenta de un extraño fenómeno, el cual, desde los principios de aquella década fue conocido como el inicio de la era de Acuario: considerada como un periodo de progresión en la conciencia humana, un cambio hacia nuevas perspectivas en la civilización y en la vida en nuestro planeta. Pero esto mismo llevaba a algunos a concebir el surgimiento de un nuevo temor: era el inicio de una edad oscura. Esta extraña percepción del mundo se veía apoyada en la desconcertante realidad vista a través de las noticias, con las terribles imágenes del conflicto bélico en Vietnam, y la pérdida de vidas que en su mayor parte eran jóvenes combatientes. Duro golpe a la conciencia del pueblo norteamericano, el cual produce un destacado matiz en aquel entorno: el del desencanto.


El cine de horror es, en nuestra opinión, el mejor medio para expresar el innegable lado oscuro de la mente humana. En aquellos días  lo terrorífico abandona su condición de espectro, de ilusión intrusa ajena a este mundo, donde el monstruo de escenarios góticos hacía su aparición como pesadillas nocturnas. Por el contrario, el terror dejaba los mitos clásicos y empezaba a alimentarse del lado más cruel de la realidad. Entonces, surge un notable caso donde el horror se hace perturbador y posible.


El cineasta Tobe Hooper nació en Austin, Texas, en el año de 1,943. Empezó en la realización de largometrajes con “Down friday streets”, trabajo fílmico que nunca llegó a cine alguno; poco tiempo después, su siguiente obra, un relato de ciencia ficción, se tituló “Eggshells”, la cual logró exhibirse en salas de Texas y Oklahoma. De este modo, afincado en las historias fantásticas, Hooper se embarcó en la realización de lo que es al día de hoy el mayor de sus logros. Un buen día  el joven director realizó una visita monótona a una de esas tiendas por departamento. Fue allí que su mente tuvo una inspiración única con tan sólo ver un simple artefacto: una bien equipada motosierra puesta a la venta. Si a ello añadimos el creciente interés de Hooper por la terrible historia de un asesino como Ed Gein, conocido como “el monstruo de Wisconsin”, es fácil deducir la rapidez con la cual su imaginación empezó a concebir una idea muy extraña. Junto al escritor Kim Henkel, se dio inicio a la confección de un relato realmente espeluznante.


Suele decirse que para todo aspirante a narrador creativo es siempre conveniente empezar utilizando aquello que nos resulta muy familiar, muy cercano o ampliamente conocido. Tobe Hooper situó su historia en su natal Texas, un punto lejano dentro de la gran Norteamérica  el Estado que llegó a tener hasta seis banderas y que logró finalmente su independencia de México y su anexión a los EE.UU en el año 1846. Durante el siglo XX, Texas adquiere una gran importancia debido a su floreciente riqueza petrolífera, logrando de este modo una mayor aproximación a los intereses de la nación. De todos modos, la imágen de un territorio remoto y casi olvidado por la civilización no dejó de ser cautivante para buena parte del público norteamericano. Hooper sabía de ello y explotó al máximo esa visión dentro de su buenhacer cinéfilo, imprimiendo un carácter inhóspito a esos poblados y a las desoladas carreteras, donde incluso la mascota del Estado, el pequeño armadillo, es un cuerpo triturado en el asfalto. Todo puede pasar en estos lugares olvidados, sea de día bajo un sol radiante o en medio de la más profunda noche; para la victima hay un total desamparo y para el victimario no existe ojo alguno que lo juzgue. Esta es la obra que Tobe Hooper logra convertir en un film clave dentro de la historia del cine de horror: "La Matanza de Texas".


El inicio de la película no puede ser más revelador. Bajo una siniestra oscuridad, el flash de una cámara es lo único que permite apreciar con horror el macabro espectáculo de una serie de restos humanos en descomposición, donde los cráneos desollados y sus dentaduras nos revelan la existencia de una monstruosidad que parece impregnar aquellos rincones y la atmósfera misma. Afuera, bajo la luz de un sol abrasador que asemeja un clima infernal, un cuerpo nauseabundo se aferra a una estatua, irguiéndose en medio del cementerio local como emblema de un reino de maldad. Esta presentación constituye la apertura perfecta para este clásico de la cinefilia terrorífica. En plenos años 70′s, con el compromiso hacia el post-modernismo que se hacia relevante en todas las artes, Tobe Hooper demuestra que también sabe romper esquemas, no sólo presentando un típico film de horror, sino apostando por una propuesta que emplea un formato realista muy efectivo. La primera expresión en pantalla es el frío texto a modo de un reporte policíaco  que nos narra el caso de las misteriosas muertes ocurridas en el terrible incidente que a continuación vamos a conocer. La sola introducción de este informe, con fecha exacta de los hechos y con su aguda descripción que hasta le otorga un nombre propio al caso, llama la atención del espectador en ese juego que involucra su certeza acerca del grado de ficción de lo que está a punto de ver.

El aparente realismo que logra este film se hace visualmente significativo en el empleo de un formato de carácter semi-documental, filmada en 16 mm., y algunos encuadres poco convencionales que la acercan a un trabajo improvisado. Sea esto menos intencional y más fortuito, el asunto es que funciona eficazmente en su cometido. Esta es la filmación del recorrido iniciado en camioneta de un grupo de protagonistas, quienes involucran al espectador en su sorpresa ante cada uno de los extraños sucesos que gradualmente se desencadenan. Las secuencias que sirven de preludio al tema central de la película reflejan ese ambiente desconcertante y enfermizo con la avidez de un documentalista lleno de frialdad. El episodio con el enfermizo auto-stopista; los habitantes hallados en una parada, algunos sumidos en el completo abandono y locura; el malsano panorama de la fábrica de embutidos y sus nefastos ambientes; o las desoladas inmediaciones de la gran casona y su densa vegetación. Estos son momentos que conforman un extraño panorama con un sólo objetivo: conducirnos por los caminos de la locura y el horror en su estado más delirante. Lo que sigue es una ruptura de esa seudo-realidad descrita; una visión de pesadilla que irrumpe violentamente, sin concesiones y dentro de la más completa perversión y crueldad.


“La matanza de Texas”, o tomando literalmente su titulo original “la masacre con motosierra de Texas” es un film realmente impresionante. Es usual comentar acerca de su importancia fundamental para el posterior desarrollo del cine de horror norteamericano, el cual con el paso del tiempo empezó a ser cada vez más visceral y sanguinario. Sin embargo, cualquiera puede apreciar que esta película apenas contiene estos elementos gráficos extremos y artificiales en cualquiera de sus momentos. La poderosa sensación perturbadora y decadente que reina muy especialmente al interior del matadero oculto es producto de un efectivo empleo de distintos elementos visuales: la escasa iluminación en las habitaciones, el ambiente de suciedad y degradación de sus rincones, la diversidad de objetos herrumbrosos, cortantes, y multiples desechos que sobrecargan el ambiente dentro del taller del matarife, los restos de vacas muertas que cuelgan en gran número y, por supuesto, la presencia del gigante asesino cuyo rostro deformado se cubre con un pedazo de piel muerta, la imagen que se hizo muy representativa del cine de horror de los años 70′s, al lado de niños demoníacos o jovencitas poseídas.


“Leatherface”, o “Cara de cuero” en nuestro idioma, ocupa un lugar especial en esa galería de personajes siniestros del cine de horror más emblemático. Gunner Hassen, el actor que lo encarnó, empleó mucho tiempo practicando el manejo de la motosierra, y aún así se autoinflingió varias heridas accidentalmente. Algo similar le ocurrió a la joven y novel actriz Marilyn Burns, quien también sufrió considerablemente las condiciones del rodaje. En principio, la misma ficción no cabe en respeto alguno por el cuerpo humano, al cual muestra en forma impresentable (a los muertos, desollados, y a los vivos, despatarrados por los suelos en algunos casos), lo maltrata ferozmente y lo humilla al extremo en una secuencia realmente enfermiza, como es la famosa cena familiar, encabezada por ese abuelo que es un digno nosferatu, secundado por el padre de familia, otro loco de antología. Compartimos la desesperante visión de la joven cautiva en su desconcierto absoluto ante el grado de maldad que tiene ante sus ojos.


Esta película de horror alcanzó gran relevancia, logrando su aprecio en el Festival de Cannes y en el Festival de cine de Londres, ocupando un lugar muy especial dentro del Museo de Arte Moderno en los EE.UU. Atrás quedó la durísima experiencia de su filmación, los problemas de dinero que enfrentaron, el esfuerzo agotador realizado para llevar a buen puerto el proyecto, donde Tobe Hooper, su equipo técnico y el conjunto de actores, primerizos y de escasa experiencia, donde, como suele ocurrir en estos filmes, lo importante es la credibilidad que aportan a los momentos de mayor tensión. Este grupo puso todo su empeño, dentro de sus limitaciones. Casi cuarenta años después, la fascinación que ejerce este filme continúa vigente, pues un par de nuevas versiones en ésta década no han hecho más que mantener la memoria de este clásico, importante impulsor de una nueva etapa del cine de horror. A la espera de su próximo tercer renacimiento en las salas de cine y dentro del formato 3D. Leatherface y su motosierra resultaron imparables.



domingo, enero 06, 2013

2012: lo visto y aprobado: ACCION Y SUSPENSO

Primer año que hago un recuento del cine de acción y suspenso visto con sumo agrado. Aquí va la pequeña lista:


ARGO: Ben Afleck se ha consolidado como un cineasta a respetar. En este su tercer largometraje nos narra una historia basada en un hecho real, logrando una hábil mezcla de ficción y documento histórico. En ella se demuestra que la realidad puede ocultarse tras distintas máscaras, convirtiendo a este mundo en un verdadero juego de espejos.


DRIVE: El mundo del crimen en una visión íntima y cautivante. Grandes actuaciones de su elenco encabezado por el taciturno Ryan Gosling, bajo la impecable dirección de Nicolas Winding Refn.


THE RAID: Superacción imparable: el interior de un edificio se convierte en un campo de batalla. Gran muestra del cine de Indonesia que ya vislumbra secuela.


SKYFALL: El mejor Bond en muchos años, según la opinión de distintos críticos. El agente 007 ha resultado tan eterno como los diamantes que se lucen en este su mundo de lujo, intriga y peligro. Un viaje de lleno de acción por distintos escenarios hasta el enfrentamiento final con el mal personificado por Javier Bardem.


LEGADO BOURNE: Otra historia basada en el personaje creado por el escritor Robert Ludlum. Un relato de acción eficaz donde el actor Jeremy Renier toma la posta dejada por Matt Damon convertido en otro agente secreto de recuerdos alterados.


GET THE GRINGO: El submundo de una cárcel fronteriza en México es el escenario ideal para el regreso de Mel Gibson, convertido en un aventurero de armas tomar, asunto en el cual nunca defrauda.


THE EXPENDABLES 2: Espectáculo que se convierte en un homenaje a aquel cine de acción de los años 80´s y de la primera mitad de los 90´s, que hoy se echa en falta. Stallone y compañía cumplen con creces su cometido, dirigidos esta vez por el cineasta Simon West.

I´ll be back...