En un futuro alternativo los EE.UU. sufren una nueva gran depresión, lo que desata una ola de violencia en las calles. Las autoridades establecen un estado de sitio, con restricciones a las libertades civiles, como toques de queda y bloqueos. En la ciudad de Los Ángeles, una banda juvenil denominada los Rollerboys pretende tomar el control total, distribuyendo a gran escala una peligrosa sustancia adictiva. En estas circunstancias, el joven Grifith y su pequeño hermano Miltie regresan a esta ciudad donde vivieron en su infancia; ambos conocen a Gary Lee, el actual líder de los Rollerboys, un creyente en la supremacía racial, quien al verlos no duda en invitarles a tomar parte de sus peligrosas actividades. Griffith toma una decisión, lo cual desata una serie de acontecimientos que ponen en peligro su integridad y la de aquellos que lo rodean.
Tenemos que hablar de Corey Haim.
Sin duda, Corey Haim fue uno de los actores infantiles más reconocidos del cine de Hollywood de los años ochenta, habiendo formado parte del elenco de películas populares como "Silver bullet", "Lucas" y "Secret admiror". En varias producciones hizo dupla con el actor Corey Feldman, conformando así el dúo de comedia adolescente conocido como "Los dos Coreys", cuyos films más recordados son "The lost boys", "Dream a little dream" y "License to drive". Sin embargo, una vez que el niño pasó a ser adulto, la carrera del actor se hizo más irregular, participando en producciones de menor presupuesto y cada vez con resultados desiguales. Durante los años noventa no dejó de sumar títulos a su filmografía, pero la gran mayoría fueron productos directo a video, ya lejos de la gran pantalla. Su amigo Corey Feldman lo apoyó durante esos años en este tipo de producciones, pero las complicaciones de su salud y conducta le impidieron cualquier progreso.
Es bien sabido que la vida privada del joven actor fue demasiado complicada. Sus depresiones y adicciones fueron intensas. Se dice que esto fue el resultado de lo que costó ser parte de una industria como la de Hollywood, a la cual perteneció desde pequeño y en la cual tuvo muy malas experiencias. Y es que, donde puede haber gran fortuna también puede haber gran maldad. Hay mucha información con documentales y artículos al respecto. Marcado por esto, la vida adulta de Corey Haim se alejó de los grandes reflectores. Su carrera de actor se redujo a pequeñas apariciones en distintos films, algunos incluso sin acreditar. Los últimos años de la primera década del 2000 tuvo una breve recuperación de su actividad, pero esto no fue más que el anticipo de su final en el año 2010, a la edad de 38 años.
Una vez que se revisan los filmes juveniles de Corey Haim queda demostrado que fue un actor con mucho talento, muy versátil y expresivo, con carisma innegable que le permitía adueñarse de la pantalla con mucha facilidad. Esto también sucede en una producción menor como lo es "Prayer for the Rolleboys", película del año 1990, de la cual nos vamos a ocupar,
Esta es una historia de intriga y acción, muy acorde al policial juvenil del tipo "21 Jump Street", la serie de TV donde un comando de jóvenes encargado por la policía debía infiltrarse en una banda de delincuentes, ganarse su confianza para conseguir información, reunir pruebas y entregarlos a la justicia. Sin embargo, "Prayer for the Rollerboys" propone un singular escenario: la ciudad de Los Angeles en una distopia no muy lejana del siglo XX, donde una gran crisis económica en todo el país ha llevado a instaurar un estado represor que intenta recuperar un nuevo orden en la sociedad, la cual ha caído víctima del crimen organizado, el comercio ilegal y la inseguridad que se han implantado en sus calles. El retrato de esta crisis de la civilización se refleja en la visión de zonas marginales, sin señales de aquella urbe moderna que caracteriza a Los Angeles, salvo su condición de ciudad costera, con miradores a la playa, o paseos nocturnos por la zona portuaria.
Hay un momento durante la película en el cual se escucha en una radio portátil las noticias en vivo, donde se señala que un grupo de norteamericanos fue capturado al intentar cruzar la frontera hacia México, huyendo de la inseguridad reinante en el país, muy lejos de ser la primera nación del mundo, pues ahora Alemania y Japón son las primeras economías mundiales, según es señalado en esta historia.
Por su parte, el escritor y guionista autor de este film W. Peter Iliff resume su historia como ""La Naranja Mecanica" conoce a "Blade Runner", a través de "El Señor de las Moscas"". Consciente de esto, el director Rick King hace un buen trabajo al sacar adelante una producción con pocos recursos, lo cual es muy notorio, pero al mismo tiempo lo hace de un modo muy resuelto y con mucho dinamismo, al combinar la acción explosiva con la coreografía del patinaje a toda velocidad, contando para esto con un elenco de actores muy jóvenes y entusiastas.
La película es una producción de bajo presupuesto, por ello, los realizadores se las apañan para mostrar ese nuevo entorno para sus protagonistas con el empleo de locaciones muy reducidas, con mayor relevancia en áreas despobladas que corresponden a la zona portuaria o industrial.
Las imágenes en exteriores mantienen un filtro de tono sepia, el que se emplea en otras cintas para retratar zonas o países fronterizos lo que permite distinguir el cambio de escenario: aquí esa ambientación se extiende a esta parte de EE.UU., producto de la crisis económica y social que sufre la ciudad. Elementos que sirven de manera practica para destacar el contexto de esta historia.
En cuanto a sus personajes, hay que destacar que la película realiza un trabajo muy eficaz en su presentación, siendo estos muy bien descritos en cuanto a sus personalidades e intereses. El protagonismo de Corey Haim como Griffith es muy correcto, lo cual sin duda se debe en mayor parte a su trabajo actoral, demostrando a un joven abrumado de problemas, con la responsabilidad de su pequeño hermano, y presionado por la amenaza que representan los Rollerboys, pero demostrando que es un joven decidido y con mucha actitud en cada una de las situaciones que debe enfrentar. Patricia Arquette es Casey, la encantadora y audaz joven que irrumpe en la vida de Griffith por motivos que luego son revelados.
Por su parte, Gary Lee, el líder de los Rollerboys: es sin duda el más peligroso de los delincuentes que amenazan la ciudad y a nuestros protagonistas. El papel está a cargo del actor Christopher Collet, quien interpreta a su personaje como un líder frío y calculador, supremacista blanco, fanático de teorías extremas con las cuales convence a quienes lo siguen y conforma una agrupación de delincuentes que pretenden destruir lo poco que queda del antiguo orden, y así obtener un control absoluto en medio del caos reinante, a través de la distribución de sustancias nocivas.
Lo que tenemos es un relato de acción y violencia urbana, habitual en el cine norteamericano, pero de corte juvenil, que destaca por una realización efectiva, con una historia que plantea un escenario dotado de elementos interesantes: el patinaje y el skateboard practicados en las actividades callejeras juveniles, los uniformes empleados por la pandilla de delincuentes como simbolismo de su nuevo estatus y del culto establecido por su líder, un guiño al film "A Clockwork Orange", y el retrato que nos muestra del lavado de cerebro realizado por sectas que emplean la seducción de la membresía, la ceremonia, la parafernalia y el consumo de sustancias prohibidas para la captación de miembros. De manera didáctica, la película hace un recorrido por estos tópicos a través de la mirada de Griffith, con un Corey Haim metido en uno de sus papeles más logrados.
Las escenas de acción están bien rodadas, dentro de sus limitaciones, con dinamismo y un buen uso del patinaje a plena carrera en áreas fuera del contexto urbano, tanto de día como de noche. La música está presente y acompaña la estilización del film, con los sonidos de artistas como Nine Inch Nails o King Swamp.
"Prayer for the Rollerboys" es un ejemplo disfrutable de una distopía de la serie B, con todo el estilo del cine de los años ochenta, que vio la luz a principios de la década noventera como ultimo destello de una época colorida y dinámica, para dar paso a nuevas tendencias, marcando un punto final para aquella década. Y también, a la carrera de algunas estrellas, como ocurrió con Corey Haim, uno de aquellos actores que nos dejó muy pronto.